Antes de empezar cualquier lectura, comprensión
e interpretación de la Biblia hemos de invocar la presencial de Aquel que ha
inspirado a los que la escribieron: El Espíritu Santo. El creó las condiciones
y dio la fuerza e inteligencia a los escritores sagrados. Igualmente asistió a
los Apóstoles y sucesores para reconocer los libros escritos en que se
encontraba la auténtica Palabra de Dios. Sin la inspiración del Espíritu, la
Escritura no existiría; sin su asistencia, no habría sido reconocida como tal;
sin su ayuda, no puede ser entendida, ni vivida, ni mucho menos llevada a los
demás.
(Pasos para hacer una lectura espiritual con la
Biblia. Autor: Víctor Hugo Mena Hernández).