Las celebraciones que conmemoran
acontecimientos salvíficos, en los que la Virgen estuvo estrechamente vinculada
al Hijo, como las fiestas de la Natividad de María (8 setiembre),
"esperanza de todo el mundo y aurora de la salvación"; de la
Visitación (31 mayo), en la que la Liturgia recuerda a la "Santísima
Virgen... que lleva en su seno al Hijo", que se acerca a Isabel para
ofrecerle la ayuda de su caridad y proclamar la misericordia de Dios Salvador;
o también la memoria de la Virgen Dolorosa (15 setiembre), ocasión propicia
para revivir un momento decisivo de la historia de la salvación y para venerar
junto con el Hijo "exaltado en la Cruz a la Madre que comparte su
dolor".
(Pablo VI EXHORTACIÓN APOSTÓLICA MARIALIS CULTUS)