San José, custodio amante,
de Jesús y de María,
enséñame a vivir siempre
en tan dulce compañía.
Sé mi maestro y mi guía
en la vida de oración;
dame paciencia, alegría
y humildad de corazón.
No me falte en este día
tu amorosa protección,
ni en mi última agonía
tu piadosa intercesión.
Cuenta D. José María Iraburu que "esta preciosa oración a San José me la dio hace bastantes años en una estampa una religiosa carmelita, que como todas las del Carmelo había heredado de Santa Teresa de Jesús una devoción muy grande al glorioso patriarca San José. Dios le pague el precioso regalo que me hizo. Llevo siempre esa oración en el Breviario, para rezarla todos los días".