Por eso a María le pedimos hoy estas dos gracias: la de comer cada día con nuestros hermanos el Pan del Encuentro en la Eucaristía, y la de caminar por la vida gustando siempre este Pan de la Esperanza grande, el Pan del Cielo. Que ella que le dio su carne al Verbo Eterno para que él pudiera dárnosla a nosotros como alimento de vida eterna, nos despierte el amor por la Eucaristía, por el Cuerpo de Cristo, Pan de Vida.
Homilía
de cardenal Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires en la Solemnidad
del Corpus Christi (17 de junio de 2006)