lunes, 3 de octubre de 2016

Nos transformarnos en Quién recibimos.



Nuestra participación en el cuerpo y en la sangre de Cristo no tiene otro objetivo que el de transformarnos en Aquél a quien recibimos: a hacernos revestir, en todo, en el cuerpo, en el alma, de aquél en el cual morimos, somos sepultados y resucitamos.

San León Magno