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Quienes somos:

“La adoración eucarística tiene como fin la persona divina de nuestro Señor Jesucristo presente en el Santísimo Sacramento. Él está vivo, quiere que le hablemos, Él nos hablará. Y este coloquio que se establece entre el alma y el Señor es la verdadera meditación eucarística, es -precisamente- la adoración. Dichosa el alma que sabe encontrar a Jesús en la Eucaristía y en la Eucaristía todas las cosas...”. 
San Pedro Julián Eymard

Principios rectores


La ADORACIÓN EUCARÍSTICA PERPETUA, recomendada y sostenida por el Magisterio, es acción litúrgica de la Iglesia, que tiene por objeto prolongar la adoración de Jesús Sacramentado todos los días del año y a todas las horas del día. Por tal motivo en ninguna parte ha tomado la forma de asociación, ni de cualquier otra forma jurídica y por tanto carece de estatutos. En cambio sí participa  de unos principios:
  1. La Adoración Eucarística Perpetua es un don de Dios para su Iglesia y para este tiempo. Don que cuando es acogido porta ingentes beneficios a la comunidad.
  2. La Adoración Eucarística Perpetua no es un movimiento sino que constituye una acción de la Iglesia, pedida y recomendada por el Magisterio. Por tanto, pertenece a toda la Iglesia y de ella forman parte todos los movimientos y realidades eclesiales.
  3. La adoración eucarística perpetua establecida en un lugar de la ciudad no viene a suplantar otras formas de adoración ni a quitar de otros lugares adoración. Por lo contrario, lo demuestra la experiencia, donde hay adoración perpetua se potencia la adoración al Santísimo en otros lugares de culto.
  4. La capilla de adoración perpetua es el espacio de gracia y recogimiento que permite a las personas, en cualquier momento, abrir una brecha en el ajetreo cotidiano para encontrar el sosiego y la paz que viene de la Presencia divina.
  5. Por medio de la Adoración Perpetua, desde su Morada Eucarística el Señor llama a todas las personas, sin exclusión alguna.
  6. Las personas son llamadas individualmente a formar parte de la Adoración Perpetua con el único y exclusivo fin que el Santísimo Sacramento sea adorado día y noche sin interrupción, tributando así el mayor honor y gloria al Señor y manifestando su fe y amor reverente hacia su Creador y Salvador.
  7. Siendo la Eucaristía sacramento y vínculo de unidad, el participar de un mismo culto –la adoración- hace de todos los adoradores una fraternidad eucarística. Por tanto, aún cuando las personas sean invitadas a participar individualmente, el destino del llamado no deja de ser comunitario.
  8. Las personas que asumen la función de coordinación están al servicio del Señor –cuidando de la buena marcha de la adoración y que ésta no se interrumpa- y al servicio de los hermanos adoradores.
  9. Los adoradores inscritos son los que hacen posible que la capilla esté abierta a todos, y ellos –también celosos custodios de la Eucaristía- cuidan que el Señor nunca permanezca solo.
  10. La adoración es en silencio porque el silencio permite el recogimiento y hace posibles la escucha del Señor y la intimidad con Él. Es necesario respetar –mediante el silencio exterior- el encuentro que el Señor tiene con cada adorador y propiciar el silencio interior necesario a la contemplación.

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